Altos vuelos

¿Cansado de exasperantes retrasos en los aeropuertos? ¿Harto de la ridícula estrechez de los asientos de clase turista? ¿Temeroso de nuevos conflictos entre controladores y ministerios? Pues hoy traemos la solución.

Aunque desafortunadamente no sea para todos los públicos. Porque existen muchos símbolos de poder y fortuna, caprichos que de una manera diáfana señalan que quien se los permite ha alcanzado la cima de la vida regalada, o por lo menos aquella que el dinero puede pagar. Deportivos, joyas caras, casas en islas exóticas y extravagancias onerosas de diverso género figuran entre los más corrientes. No obstante, por encima de eso se encuentra el icono que indica sin confusión posible que quien con él se distingue es poco menos que un multimillonario, una estrella del rock o el máximo dignatario de algún gobierno: el jet privado.

La posibilidad de volar, y en ocasiones de pilotar, sin esperar colas y con unas comodidades inimaginables para el sufrido usuario de la clase turista, es indudablemente una de las fantasías más recurrentes  para el común de los mortales. Porque se trata, como cualquiera se figura, de un lujo que no está al alcance de cualquiera, aun de personas con una situación financiera muy sólida.

Lo que supone adquirir una aeronave apta para viajes transoceánicos, alquilar una tripulación propia, satisfacer tasas aeroportuarias privadas y abonar el combustible puede parecer incluso un esfuerzo económico demasiado para lo que ofrece a cambio y por más que la minuta de las líneas comerciales siga ofreciendo bocados muy dudosos.

Pero si se está interesado en una adquisición de este tipo, alegrará saber que Airbus apareja algunos modelos de su serie A320 para el acotado mercado de compradores de aviones privados y corporativos. En cuatro años, desde que surgió la idea de crear esta exclusiva división, han vendido unos veinticinco. Y teniendo en cuenta que la serie A318 Elite, con interiores diseñados por Versace y que tiene baño, cocina y sala de estar, sale por 65 millones de dólares, no parece que el negocio no sea lucrativo. Aunque si lo que se busca es distinción y personalización máxima, también se acepta el encargo a medida. En ese se puede seguir el camino abierto por el príncipeAl-Waleed Bin Talal, que se agenció un avión para 600 pasajeros y lo convirtió en un palacio rodante por la módica suma de 400 millones de dólares, billete arriba, billete abajo.

Si la cosa no da para tanto, no hay que desconsolarse. También se puede ser propietario de un jet por un día. Basta con alquilarlo: usted pone las horas, fija el itinerario, hace sus peticiones y…se ahorra los gastos de mantenimiento, sin contar con el mucho espacio que quita un armatoste de estos. Empresas como Gestair Jet-Prive se lo ponen fácil. Haga, haga su reserva y hasta verá como más de uno que alega miedo a volar accede a acompañarle por los siete cielos.

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