Yo cuido de todos, pero ¿quién cuida de mí?

A los abuelos ya se les está exigiendo demasiado: sostienen económicamente a la familia, se ocupan de los nietos… y cuidan de sí mismos.

A estas alturas de la crisis económica, social y moral que nos invade, los mayores han demostrado ser un colectivo muy vivo y necesario en nuestra sociedad.

Cuidan de los más pequeños, contribuyen a la economía de los hogares y, en muchos casos, son el pilar y el motor de la familia. Pero, por si esto fuera poco, cada vez es más frecuente ver cómo algunos ancianos, además, tienen que cuidar a otros de la misma edad o mayores que ellos.

Esta situación nos recuerda a la escena en la que Superman salva a Lois Lane de la caída desde lo alto de un rascacielos y, durante el vuelo, le dice “tranquila, yo la sujeto” a lo que ella responde “¿y quién le sujeta a usted?”. Lástima que los mayores no tengan superpoderes como Superman.

Los mayores pueden con casi todo y, precisamente por el “casi”, es de agradecer que comunidades autónomas presten ayuda a “los mayores cuidadores”, que, en muchos casos también necesitan de la atención y el mimo de otra persona que les haga la vida más fácil. Asturias es una de ellas y el envejecimiento de su población ha provocado que la Consejería de Bienestar Social de Gijón haya tomado cartas en el asunto y han contactado con los ancianos para conocer su situación y necesidades. Y es que, en esta población hay unas 1.700 personas de más de 80 años cuidando de otros mayores que ellos.

De momento, se ha ha ofrecido ayuda a un centenar de personas, en su mayoría hombres mayores de 85 años que viven solos y que reconocen tener dificultades en su vida diaria, como vestirse, levantarse, bañarse o prepararse la comida. Desde el Ayuntamiento de Gijón siguen apostando por esta iniciativa y han destinado 100.000 euros para evitar algunas enfermedades o la desnutrición de estos mayores.

 

 

En esta misma línea, el Ayuntamiento de Madrid ha presentado recientemente el programa “Cuidar al cuidador” para afrontar esta durísima tarea, y enseñar a cuidar con más fortaleza emocional, pedir ayuda cuando se necesite y sobre todo no arriesgar la propia salud en beneficio del enfermo. Se trata de unos cursos con una duración de una hora y media por semana y que se desarrollan desde el pasado mes de octubre a junio de 2014 en 20 distritos municipales de la capital. Ojalá el resto de Comunidades Autónomas tomen ejemplo.

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