Este mes cumplirá cien años y es la tatuadora más mayor de Filipinas y, probablemente, del mundo. Whan Od lleva más de 80 años tatuando a guerreros con una técnica muy peculiar: ”el batok”, que consiste en golpear intensamente un mazo de bambú sobre otro y en el extremo de este último, hay un clavo untado en hollín. De este modo, ”las mambabatok” (que así es como se llama allí a las tatuadoras) perfilan cuidadosamente los dibujos sobre la piel ”sangrante” de los clientes.
Antiguamente, cuando Whan Od comenzó a tatuar, su clientela eran los guerreros que querían grabar en su cuerpo un recuerdo de cada una de sus victorias. Así, había diferentes dibujos que representaban distintas situaciones que se habían producido en la guerra como salir invictos del conflicto, haber matado al enemigo, etc.
En la actualidad, ”el batok” ha cambiado mucho su significado, ya que afortunadamente ahora no hay guerras ni guerreros en esa región de Filipinas y a ella acuden viajeros de todo el mundo buscando una ”firma” de esta afamada anciana en su cuerpo.
A pesar de su edad y de que prácticamente no ve nada por uno de sus ojos, Whan Od trabaja cada día diez horas. En la puerta de su casa hay colas con decenas de fans dispuestos a esperar ahí varios días para conseguir que les tatúe algo, por pequeño que sea. Y es que, existen más mambabatok en la zona, pero ninguna es centenaria ni lo hace tan bien como ella. Ningún adicto a los tatuajes está dispuesto a dejar pasar la oportunidad de que esta mítica ”mambabatok” grabe su piel a sangre y tinta, aunque para ello tengan que aguantar un intenso dolor.
El senado de su país la ha nombrado Tesoro Nacional Viviente por su mérito y su dedicación. Ella es maestra de las generaciones que la siguen y tiene un don con el que mantiene a toda su familia. Una hora de su trabajo cuesta unos 12 euros, pero la experiencia de que sea ella, la mismísima Whan Od quien te tatúe no tiene precio.
