Un sueño que corta la respiración

Los trastornos respiratorios del sueño aumentan su incidencia con el paso de los años y por lo tanto son frecuentes en edades avanzadas, afectando a 1 de cada 4 personas mayores. Una de las patologías más frecuentes es la apnea del sueño, que, simplificando al máximo, podemos definir como las alteraciones en la respiración cuando dormimos, ‘dejando de respirar’ durante pequeñas fracciones de tiempo. Aunque puede ser normal tener ciertas paradas esporádicas de la respiración mientras dormimos, éstas se convierten en un problema cuando son numerosas y superan los 10 segundos de duración.

Existen varios tipos de apneas del sueño, siendo las más destacadas la apnea central del sueño, y la apnea obstructiva del sueño. La causa de la apnea central del sueño se encuentra en el cerebro, que podría decirse que se ‘olvida’ de respirar. Sin embargo la apnea obstructiva del sueño, es más una ‘fallo mecánico’. En condiciones normales, durante el sueño, los músculos de la parte superior de la garganta se mantienen abiertos permitiendo el paso del aire, pero en algunos casos estos músculos se relajan y se cierran impidiendo el paso del aire. Así se producen cortas interrupciones de la respiración causando estrepitosos ronquidos y dificultando la respiración. Mientras que la apnea central del sueño puede producir la muerte, la apnea obstructiva del sueño produce malestares graves y un elevado riesgo de complicaciones cardio y cerebrovasculares. La apnea del sueño está además relacionada con problemas más graves como hipertensión, insuficiencia cardiaca, ictus o cardiopatía isquémica.

Este síndrome afecta a un 20% de la población anciana, y por sexos la padece entre un 4 y 6% de los varones, y a entre un 2 y 4% de mujeres en la edad adulta. El 24% de los pacientes de más de 65 años experimentan 5 ó más apneas por hora de sueño. Por lo general, durante la mediana edad la apnea se da entre 2 y 3 veces más en los hombres que en las mujeres, pero esta incidencia se equipara al aumentar el número de casos en mujeres cuando estas pasan la menopausia.

El tratamiento de la apnea del sueño consiste en dormir con un dispositivo de presión denominado CPAP (presión positiva continua en las vías respiratorias, por sus siglas en inglés), que proporciona aire continuo a través de una mascarilla e impide que las vías se cierren. Así, el paciente duerme más y mejor, y evita la somnolencia diurna.

Según un estudio realizado por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), y publicado en American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine, los procesos más severos de la apnea del sueño, si no se tratan, correctamente con CPAP, suponen un mayor riesgo de de mortalidad cardiovascular, debido especialmente a accidente cerebrovascular e insuficiencia cardíaca. Sin embargo, tal y como se refleja en la investigación llevada a cabo entre 1998 y 2007 en personas mayores de 65 años, si se sigue la terapia adecuada se reduce este riesgo, siendo equiparable al de pacientes sin el síndrome de apnea del sueño.

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