Los avances en cosmética en los últimos tiempos han sido asombrosos, hasta el punto de que existen muchísimos productos dedicados al cuidado exclusivo de nuestra piel, esto es, a medida de las características de la piel de cada persona. Sólo con acudir al centro de productos de belleza más cercano podremos hacernos con aquella crema o loción facial que más se adecue a nuestra edad y tipo de rostro. No obstante, para retrasar el envejecimiento de nuestra piel no basta con hacernos con estos cosméticos.

Llevar una vida sana y saludable es uno de los factores fundamentales para lograr frenar los signos del envejecimiento en nuestro rostro. Esto significa respetar las horas de sueño, procurando un completo descanso de nuestro cuerpo y mente; aprender a relajarnos, respirando calmadamente; estar bien hidratados, no sólo por fuera, también por dentro. Se aconseja beber al menos dos vasos de agua con limón en ayunas y respirar al aire libre (sirve cualquier ventana de nuestra casa abierta).

Como ya os contábamos la semana pasada, cuando hablábamos de la risoterapia, reír tiene muchísimas ventajas sobre nuestra salud, entre ellas, contribuir a nuestra belleza. Sobre todo, hay que desechar la idea de que sonreír afea y arruga nuestro rostro, ¿Cómo puede estropearnos ser y estar alegres?

Por otra parte, hay que tratar de alejarse de los grandes enemigos no sólo de nuestra piel sino de nuestra salud, como el tabaco, la contaminación y los rayos del Sol, que aceleran el envejecimiento. Asimismo, hay que tratar de llevar una dieta equilibrada ya que los excesos y carencias alimenticios acaban pasando factura a nuestro rostro.

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