Salinger, el genio ermitaño

Hace menos de un mes nos dejó J. D. Salinger, uno de los grandes literatos del siglo XX, conocido por su excepcional novela, publicada en 1951, “El Guardián entre el Centeno”.

No es extraño que J. D. Salinger se convirtiera tan pronto en un autor de culto gracias a “El Guardián entre el Centeno”,  una obra maestra que ha conseguido, por un lado, que los lectores adolescentes se vean reflejados en su protagonista -Holden Caufield- y, por otro,  que adultos de todas las edades comprendan y se solidaricen con el comportamiento de un joven en edad difícil que busca revelarse, pero sin tener claro contra qué. Narrada en primera persona, la historia de Holden engancha desde el principio; su despiadada sinceridad puede resultar abrumadora y, sin embargo, tras el aparente carácter desagradable y huraño del protagonista, enseguida descubrimos a un muchacho de gran corazón que, sencillamente, se encuentra desorientado en medio de un mundo que, no lo neguemos, muchas veces también para nosotros resulta incomprensible.

El “Guardían entre el Centeno” es uno de los libros más leídos del mundo e incluso, casi sesenta años después de su primera edición, cointinúa en la lista de los veinte más vendidos en Estados Unidos.  Sin embargo, tanto éxito no ha estado exento de controversia; también ha sido uno de los textos literarios más censurados del siglo pasado, por el extremo realismo con que se acerca a temas como la sexualidad, el alcohol y las drogas. Precisamente ese realismo, directo e irónico, ha influenciado y continúa inspirando a artistas, músicos y literatos de todo el planeta.

La obra de Salinger es muy reducida, trece relatos y una novela, tal vez por el extravagante carácter que condujo al literato a recluirse en soledad durante más de treinta años, entregado a su labor como escritor, pero sin publicar nada nuevo desde 1965. Sus historias, aunque menos conocidas, resultan quizá aún más fascinantes y continúan estando de plena actualidad. Esto se debe, en gran parte, a las situaciones que nos describe con agudeza -tan humanas, tan vivaces, tan concisas…- en las que los sentimientos encontrados, bajo un halo de desasosiego y amargura, consiguen remover las entrañas del lector, invitándole a reflexionar sobre temas de honda trascendencia. Otras obras dignas de leerse son “Nueve cuentos” o “Frannie y Zooey”, donde se recogen algunos de estos relatos en los que la psicología humana sale a relucir entre humor, obsesiones y sentencias apabullantes.

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