Emplear el tiempo libre en realizar actividades relacionadas con la creatividad siempre es una buena opción. Precisamente por ello, las clases de pintura suelen ser una de las actividades más demandadas por los mayores, tanto en academias especializadas, como en centros de día, e incluso en residencias. Pero, más allá de los cursos tradicionales, existen técnicas específicas cuya práctica puede resultar original y estimulante para los mayores.
No puede considerarse estrictamente como pintura, aunque sin embargo no deja de serlo. Para practicar caligrafía china también se necesita un pincel y, al igual que la pintura, es una vía para expresar emociones. Suele compararse con el arte abstracto; sus rasgos y formas se basan en ritmos, buscando una armonía muy relacionada con la música, capaz de expresar conceptos.
Existen diversos “métodos de escritura” según el tipo de ideas que expresen los caracteres o el modo en que se haya ido forjando su significado. Para realizarlos se necesita tener los “cuatro tesoros del estudio”, es decir, los materiales con los que se lleva a cabo la escritura: el pincel, las barritas de tinta, el papel y la piedra de entintar.
Del mismo modo, existen diversos estilos y alcanzar la perfección en su trazado es una de las proezas artísticas más valoradas en china. La inspiración de sus trazos tiene su origen en la naturaleza, de tal modo que, incluso los puntos, sugieren la forma de alguna de sus maravillas. Es, por tanto, un arte vivo cuya práctica requiere años de estudio y trabajo, ya que no permite retoques ni sombreados; los trazos deben ser rápidos y delicados, transmitiendo en armonía el espíritu de quien los pinta.
Con más de dos mil años de existencia y más de cincuenta mil signos, la caligrafía china constituye un arte en sí misma. Su belleza depende de la destreza del escritor a la hora de disponer los trazos en el papel y su aprendizaje, aunque requiere tesón y paciencia, fomenta la creatividad y el perfeccionismo, ayudando a descubrir una forma de armonía.
