Riofrío, el Palacio que nunca fue Real

Situado en un coto, su museo de la caza es una auténtica joya de la taxidermia.

De entre todos los Palacios y monumentos que forman parte de Patrimonio Nacional, el de Riofrío es tal vez el que pasa más desapercibido. Probablemente se deba a que es un Palacio a medio construir, una gran obra que nunca se usó; un pequeño despilfarro Real de otra época que ha sido más museo que Palacio.

Pese a estas peculiaridades, lo cierto es que Riofrío bien vale una visita. Está situado en un coto de caza, donde los gamos y los ciervos campan a sus anchas y, entre sus habitaciones a medio decorar, puede visitarse un pequeño de Museo de la Caza, en el que se cuenta las especies animales más representativas de la Península Ibérica.

La historia del Sitio es un bastante novelesca. Después de la muerte de Felipe V, Isabel de Farnesio se vio desplazada de la Corte; habiendo perdido todo su poder durante el reinado de Fernando VI, decidió construirse un Palacio propio, en el Coto de Riofrío. En sus 625 hectáreas, se levantó en tan solo siete años un Palacio de cinco plantas, al estilo italiano; pero antes de que llegara a decorarse Carlos III fue coronado. La relación entre Isabel y su sobrino era, sin embargo, muy cordial; por lo que la idea de trasladarse a Riofrío y terminar la gran obra cayó súbitamente en el olvido.

No fue hasta un siglo más tarde cuando se empezó a usar realmente el Palacio. Francisco de Asís -marido de Isabel II- y Alfonso XII arreglaron la planta principal, para usarlo, principalmente, como lugar de recreo para la caza. La cercana y pionera estación de tren, Navas de Riofrío, permitía que los monarcas incluso pudieran ir y volver en el día desde la capital. La decoración es, por tanto, bastante sobria; aunque las piezas isabelinas y las lámparas de cristal de la Granja no dejan de sorprender al visitante.

En cuanto al Museo de la Caza, constituye una autentica joya de la taxidermia, cuenta con ejemplares representativos de gran belleza, pertenecientes a la fauna ibérica: águilas reales, corzos, osos pardos, búhos, linces, zorros, ciervos… Mientras se contemplan, no es raro ver desde las ventanas de Palacio ejemplares vivos de corzos y ciervos en libertad. La única pena es que, por motivos medioambientales, esté prohibido pasear por las inmediaciones del Palacio.

La visita guiada al Real Sitio dura apenas una hora y para acceder a ella, los mayores de 65, pueden adquirir un ticket que también incluye la entrada al Palacio de la Granja y a la Colegiata, por tan sólo 4 euros. La duración de las entradas es de 48 horas, lo que permite además una aproximación a Segovia, donde no puede faltar una degustación de algunas de sus maravillas gastronómicas, como los judiones de la Granja o el Cochinillo.

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