Consumer Eroski ha realizado un estudio de 125 residencias tanto privadas como públicas y concertadas en 18 provincias, obteniendo como principal conclusión de la escasez de plazas y la repercusión de esta circunstancia en su elevado precio, que ha crecido un 8% desde el 2005.
Todo ello no ha cambiado el hecho de que las plazas más baratas siguen siendo las públicas, a pesar de haber incrementado su precio en un 23%. Sirva de ejemplo el caso de un residente válido en una habitación compartida: hace cuatro años debía pagar una media de 775 €. Hoy por hoy el precio medio es de 1.021 €, es decir, un 32% más caro. A esta situación, hay que sumar el hecho de que las pensiones han crecido únicamente un 19% en estos últimos cuatro años (un jubilado cobra actualmente una pensión media de 821,5€).
Según este análisis, a pesar de que el número de plazas residenciales ha aumentado a lo largo de los últimos 4 años (se ha pasado de 3,5 plazas por cada 100 habitantes a 4,14), las listas de espera son habituales en 7 de cada 10 centros geriátricos. En cuanto a la calidad del servicio que se ofrece y las condiciones que presentan, de los 125 estudiados, 12 de ellos no pudieron ser visitados por los supuestos clientes, y 5 centros (de Valladolid, Alicante, A Coruña y Barcelona) no contaban con un certificado acreditativo de que la residencia contaba con todos los elementos necesarios para asegurar la atención adecuada a los ancianos. A pesar de ello se ha logrado pasar de un 14% a un 3% las residencias que presentan carencias poco disculpables como baños sin timbre o el 20% de residencias que carecen de servicio de fisioterapia y rehabilitación o que el 35% de las residencias únicamente cuentan con un médico de cabecera y ningún especialista.
Con estos y otros datos, la valoración media de las residencias para la tercera edad estudiadas es un ‘bien’, es decir, satisfactoria, aunque destacan las de Álava, Navarra y Vizcaya con un ‘muy bien’ de media. En el extremo contrario se encuentran los de centros de Asturias, que suspenden con un ‘regular’ y las analizadas en Cádiz y Zaragoza, las únicas con peores calificaciones que las analizadas en 2005. La mayor parte de las residencias dispone de asistencia farmacéutica, programas de animación socio-cultural, salas de lectura y comedor, aunque carecen de gimnasios (sólo el 35% contaban con ellos) y salas de ordenadores con conexión a Internet (tan solo en el 16% de los centros).
Puedes consultar los resultados del estudio aquí