La proliferación en Internet de usuarios que ”boicotean” comunidades, casi todos con los mismos métodos, ofendiendo y provocando al resto de participantes ha llevado a numerosos expertos de este medio a estudiar su origen, motivaciones y posibles soluciones.
Para Timothy Campbell, autor del informe Trolls en Internet, estos ”molestos” usuarios ven los servicios de comunicaciones de Internet como lugares adecuados para su juego: no consideran que con sus mensajes hieren a gente real, ya que para ellos los demás usuarios de la Red no son del todo humanos, sino una abstracción digital. Por tanto, no sienten ningún tipo de pena por el dolor que inflingen.
Esta es la razón por la que los trolls son ”completamente insensibles a las críticas (constructivas o no). No puedes negociar con ellos; no puedes hacerles sentir vergüenza o compasión; no puedes razonar con ellos. No se les puede hacer sentir remordimientos. Por alguna razón, los trolls no sienten que estén obligados a seguir las normas de cortesía o responsabilidad social”.
Los motivos, según Campbell, que llevan a este tipo de usuarios a comportarse de esa forma son tan variados como los tipos de trolls que existen. No obstante, se considera que una de las motivaciones es la afirmación: ”los trolls ansían atención, y no les preocupa si ésta es positiva o negativa”.
Aunque la mayoría de los trolls no se relacionan entre sí, actuán independientemente y en la mayoría de los casos sin saber que lo son, se conoce la existencia de foros que afirman haber sido creados específicamente para dar apoyo a los trolls, para intercambiar trucos e identificar blancos que otros trolls pueden estar provocando o discutiendo fructíferamente.
Si en algún momento sospecha que alguien es un troll, puede intentar responder con un mensaje educado y suave para ver si simplemente es alguien que está de mal humor. Quienes usamos habitualmente Internet liberamos, en muchas ocasiones, nuestras pasiones al sentirnos seguros sentados delante del teclado. Si es ese el caso, el otro usuario se calmará. Sin embargo, si la persona se empeña en ser desagradable, y, además, parece disfrutar siéndolo, la única postura efectiva se resume en: limitar su reacción ignorando sus provocaciones.
Es inútil, según este informe, intentar ”curar” a un troll, por lo tanto, se aconseja que si se necesita un tiempo para desconectar de sus insultos y no caer en la tentación de responderle ”no envíe un mensaje dramático de despedida, él sentirá que ha ganado su juego”.
Cuando los trolls ven que sus esfuerzos están siendo resistidos con éxito, a menudo se quejan de que se está infringiendo su derecho a lalibertad de expresión. Este estudio analiza este caso: la libertad de expresión es un derecho, pero no absoluto, existen limitaciones prácticas por las que, por ejemplo, no se puede gritar bromeando ¡Fuego! en un teatro lleno de gente porque siembra el pánico. Todo se reduce a: aunque podemos tener derecho a decir más o menos lo que queramos, no tenemos derecho a decirlo donde nos dé la gana.
Y recuerde…Si intenta razonar con un troll, él gana. ”Si insulta a un troll, él gana. Si le chilla a un troll, él gana. Lo único que los trolls no pueden aguantar es que se les ignore”.
Para más información puede visitar http://es.wikipedia.org/wiki/Troll_%28Internet%29
