Para ver en casa: Gran Torino

Para disfrutar una vez más del mítico Clint Eastwood (1931) habrá que esperar hasta el mes de noviembre. Será con su, por el momento, último trabajo: Trouble with the Curve, una producción que en esta ocasión no dirige, y en la que se presenta en forma de drama la historia de un viejo ojeador de béisbol –Eastwood- que ve cómo con los años su carrera se termina, ya que está perdiendo la visión y cómo ello influye en la relación con su hija.

Pero como aún quedan unos meses por delante para que podamos verla en las pantallas de nuestros cines, podemos ir abriendo boca, refugiarnos en casa al amparo de un buen aire acondicionado y disfrutar con la última aparición de Eastwood delante de las cámaras en Gran Torino (2008), con la que en su día anunciaba el fin (afortunadamente no ha sido tal) a su carrera como actor, que no como director ni productor.

En Gran Torino Eastwood aparece como un hombre mayor, Walt Kowalski, veterano de la Guerra de Corea y recientemente viudo, cascarrabias, cuya principal preocupación es cuidar de su más preciada posesión, su coche, un Gran Torino de 1972. Reacio ante todo lo que suponga un cambio en su vida y en lo que le rodea, las circunstancias le llevan a replantearse algunos de sus principios más asentados, como su relación con los inmigrantes asiáticos (hmong) instalados en su barrio y a los que desprecia.

La vida de Kowalski se basa en ciertas rutinas y sólo espera a que llegue su última hora. Pero todo cambia cuando descubre a su adolescente vecino asiático intentando robar su Gran Torino para poder pertenecer a una banda callejera y que tanto él como su hermana están siendo acosados por la misma. Entonces decidirá ayudarlos.

Gran Torino no es ni mucho menos unos de los mejores trabajos de Eastwood, ni como actor ni como director –a pesar de ello destacables-, y sin embargo esta leyenda de Hollywood consigue un producto, falto de pretensiones, con el que disfrutar de una primera hora realmente divertida en la que se entremezclan drama y humor (gracias a frases que más se pueden considerar exabruptos), y aunque la cosa decae con el desarrollo de los acontecimientos, el espectador ya está atrapado por el magnetismo y la presencia de Eastwood, que a los 77 años produjo, dirigió y protagonizó esta cinta en la que incluso se le escucha cantar el tema que acompaña a los créditos finales. ¿Qué más se puede pedir?

Si no encuentras este título en CD, puedes verlo en online.

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