Naturaleza furiosa

Este fin de semana ha sido realmente lo que se dice una muestra de la fuerza de la naturaleza, con los terremotos de Japón y Chile y una borrasca (ciclogénesis explosiva, según los expertos) que empezó en las Canarias y que tras el paso por la Península Ibérica ya ha arrasado Francia y Alemania, dejando más de medio centenar de muertos y cuantiosos daños materiales. La furia de la naturaleza se desataba en Japón el viernes con un terremoto de magnitud siete en la escala de Richter cuyo epicentro se situaba a 22 kilómetros bajo el lecho marino, al sur del archipiélago nipón, cerca de isla de Okinawa. Con el susto aún el en cuerpo se acostaban los japoneses el sábado, que sin tiempo a recuperarse, se despertaron con una alerta por tsunami (la primera de carácter máximo en 15 años y que se hacía extensible para todos los países del Pacífico) a causa del terremoto de magnitud 8,8 que había devastado Chile. Sin embargo, y después de que las autoridades niponas han evacuado unas 630.000 viviendas y al menos 520.000 personas, la alerta ha sido hoy lunes anulada tras producirse olas de magnitud superior a la habitual pero menores de lo esperado y carentes de riesgo para las poblaciones costeras del país asiático.

Distinta suerte ha corrido Chile que ya cuenta al menos 711 víctimas, la mayoría de las regiones del Maule y del Biobío (según los datos ofrecidos esta madrugada -hora española- por la directora de la Oficina Nacional de Emergencias, Carmen Fernández) tras el terremoto de 8,8 grados que se producía en la madrugada del sábado (por la mañana en España) y que ha sacudido la región centro-sur del país, provocando también importantes daños en edificios, carreteras e incluso en la estructura del aeropuerto. Además, al potente seísmo hay que sumar la acción de varias réplicas y maremotos que han afectado a diferentes poblaciones costeras. Entretanto, y como suele ocurrir en este tipo de catástrofes, se han producido saqueos a pesar de la vigilancia del ejército, por lo que el gobierno chileno ha decretado el estado de excepción en las regiones centrales del Maule y Bío-Bío, y toque de queda en Concepción, la segunda ciudad de Chile. A pesar de la magnitud del desastre, según los expertos del Servicio Geológico de Estados Unidos han afirmado que la solidez de las construcciones ha evitado que este terremoto, el quinto más fuerte del que se tiene registro desde 1900, haya provocado aún más muertes. Según las últimas informaciones, los servicios básicos comienzan a restablecerse paulatinamente en la capital, Santiago, mientras que las regiones sureñas, las más afectadas por el sismo, aún carecen de agua, luz y combustible.

Y mientras en el Pacífico la Tierra se ha convulsionado, Europa ha estado bajo el dominio de Xynthia, una ‘tormenta perfecta’ (según la terminología cinematográfica), una ciclogénesis explosiva (según los expertos metereólogos), una borrasca, en definitiva, con vientos huracanados de hasta 200 kilómetros por hora y lluvias intensas que se ha trasladado, a toda velocidad desde Canarias, atravesado la Península y alcanzando Francia, Alemania, Bélgica y Dinamarca. Como consecuencia de este temporal han muerto más de 50 personas (una en Portugal, tres en España, una en Bélgica, cuatro en Alemania y al menos 45 en Francia), por no contar las numerosas pérdidas y daños causados por las inundaciones y los vientos, la suspensión de servicios ferroviarios, vuelos…De momento parece que es el país galo el que más ha sufrido el paso de ‘Xinthia’, como ya se ha bautizado este fenómeno meteorológico. De hecho, El primer ministro galo, François Fillon, ya ha calificado el temporal de “catástrofe nacional”.

En definitiva este fin de semana ha sido una auténtica manifestación del poder de la naturaleza y de su poder de destrucción. ¿Acaso será la respuesta a nuestras agresiones?

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