Mitos nutricionales, ¡al descubierto!

Cuatro ideas incorrectas pero muy extendidas sobre alimentos y sus funciones.

Los alimentos, por si solos, no suelen tener la capacidad de beneficiarnos o perjudicarnos que, en ocasiones, se les asigna. Por eso es conveniente desterrar falsas ideas como las siguientes:

La fruta tras la comida engorda (más): no existe ninguna demostración que asegure esto. Por un lado, su aportación calórica, que además suele ser baja, es idéntica si se come antes o después de la comida. Parece ser que esta idea se basa en la teoría de que, al tomarse al final, la fruta tardaría más en digerirse, fermentarían sus azúcares y esa transformación aumentaría su poder calórico. Pero se trata de una pretensión sin fundamento.

Para adelgazar, hay que eliminar de la dieta los hidratos de carbono:en este caso, sí que hay algo de cierto detrás de la afirmación, lo que no implica que ésta sea verdad. La mayoría de nutricionistas coincide en que los hidratos de carbono de alto índice glucémico y fácil absorción (como el azúcar, los productos derivados de harinas refinadas o las patatas) deben comerse con moderación, ya que contribuyen a la obesidad.

El grupo sanguíneo determina los alimentos que mejor nos sientan:Una noción que ha cobrado fuerza en los últimos tiempos. La extensión de esta creencia tan descabellada ha llevado a que la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición haya lanzado una alarma sobre el seguimiento de una dieta basada en ese principio.

Los jugos cítricos en ayunas queman grasas: otra ilusión errónea. Al zumo de pomelo o de limón se le ha atribuido esta propiedad, como si bastase el mero contacto del ácido para consumir “las grasas” o alguna idea peregrina del estilo. Lo que sí que es cierto es que las fibras de estas frutas ayudan al tránsito intestinal y estimulan las secreciones que permiten al intestino hacer mejor la digestión.

Son sólo cuatro ejemplos entre muchos de afirmaciones infundadas que se propagan mediante libros o webs poco rigurosos y ante los que hay que ser siempre prudente.

Cuando encontremos una información nutricional chocante como las que hemos expuesto, lo mejor es cerciorarse, consultar fuentes de confianza y tomárselo todo con un sano escepticismo.

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