El exceso de sodio en las dietas nos hace propensos a la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares que se derivan, y si ya lo somos, como es el caso de muchos mayores, peor aún. Esto no es nada nuevo. Pero el cambio (a peor) de algunos hábitos alimentarios y el crecimiento del consumo de alimentos procesados hace imperativo el recordatorio. Y es que, según los datos de la Asociación Médica Mundial (AMM), eso de poner sal a la vida nos lo tomamos muy en serio; tanto, que periódicamente ha de alertarse de la ingesta excesiva que se hace de sal, especialmente fuera de los hogares, dado el riesgo de aparición o agravamiento de la hipertensión y enfermedades cardiovasculares que ello supone.
Las asociaciones médicas de cada país desarrollan diferentes acciones, siguiendo los consejos de la AMM, que en su Declaración sobre la disminución del consumo de sal en la alimentación estableció, hace unos años, las siguientes recomendaciones:
- En cooperación con las organizaciones de salud nacionales e internacionales, trabajar para la educación de los consumidores sobre los efectos del consumo de sal para la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares y sobre los beneficios de una disminución del consumo de sal a largo plazo y sobre las fuentes dietéticas de sal y cómo pueden disminuirse.
- Pedir una disminución progresiva del 50% del contenido de sodio de los alimentos procesados, productos de fast food (comida rápida) y comidas de restaurantes.
- Instando los médicos a informar a los pacientes sobre las principales fuentes de sodio en su alimentación y cómo disminuir el consumo de sal, incluida aquella utilizada para cocinar en casa.
- En cooperación con la industria alimentaria y los legisladores, analizar la manera de mejorar el etiquetado de los productos alimentarios y crear etiquetas y advertencias para los alimentos con alto contenido de sodio.
- Instando a las autoridades de gobierno para que elaboren leyes y regulaciones nacionales que exijan la disminución de sodio en los alimentos procesados a niveles aceptables. Fijar un plazo para que las industrias cumplan con las nuevas leyes y regulaciones.
- Estimular el debate sobre el tema en conferencias, simposios y teleconferencias a fin de promover la conciencia en la profesión médica sobre el sodio en los alimentos y sus consecuencias. Los médicos que estén bien informados transmitirán la información a sus pacientes y podrán prescribir menos medicamentos contra la hipertensión.
Pero la gran novedad llegó a principios de este 2018, cuando el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad firmó un acuerdo con la industria de la alimentación, los proveedores de catering sociales, los distribuidores de grandes superficies y las empresas de máquinas de vending para obligarles a hacer más saludables los alimentos que venden antes de 2020. Tendrán que reducir entre un 5 y un 18 por ciento la sal, grasas y azúcar de 3.500 productos. No es la primera vez que el Ministerio de Sanidad, a través de la Agencia Española de Española Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), alcanza un acuerdo con algún sector de la industria de la alimentación para reducir gradualmente el contenido de algunas sustancias y hacer con ello más saludables los alimentos procesados, tal y como ya ocurriera en su momento, por ejemplo, con la reducción de sal en el pan o los aperitivos, como comentábamos en líneas anteriores.
Sin embargo, sí es la primera vez que Sanidad consigue alcanzar un acuerdo mucho más global que implica el compromiso de la industria para hacer más saludables al menos 3.500 alimentos y bebidas, reduciendo de forma gradual su contenido en sal, grasas y azúcares.
Del tema que nos ocupa hoy, concretamente, se llegará a un acuerdo para reducir la sal en un 6,7% en las cremas de verduras, un 10% en los platos preparados, un 13,8% en los aperitivos y un 16% en las salsas y embutidos.
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Con ello, la ministra Dolors Montserrat, expresó su voluntad de colaborar a la reducción de enfermedades cardiovasculares, diabetes y cáncer “con un nuevo enfoque basado en prevención”.
No perdamos de vista que el gusto por la sal es también una costumbre. Aquellos que rebajan la dosis puede ser que, en un principio, encuentren insípida la comida. Pero no pasa demasiado tiempo antes de que se hayan acostumbrado y que, en consecuencia, su salud se beneficie de la medida. (El que no se consuela es porque no quiere).
Actualizado: 16/05/2018