El último viaje del Papa no ha sido sencillo ni por el destino ni por la situación. Francisco ha estado en Georgia, un país situado en la frontera con Rusia, Turquía y Armenia y en el que la religión mayoritaria es la ortodoxa y apostólica georgiana.
Su santidad ha aprovechado para acercar posturas a pesar de la presión de los llamados ”talibanes ortodoxos” que han atacado en estos días al Papa e incluso al Patriarca de su Iglesia, obligando a cancelar la presencia de una delegación oficial en la misa oficiada por Francisco el pasado sábado. Aún así, el Papa ha propuesto una ”limpia hermandad cristiana” la cual ”requiere un camino paciente que hay que cultivar con confianza en los demás y con humildad”.
En los dos días que el Santo Padre ha estado en Georgia ha aprovechado para visitar un gran centro médico que gestionan los padres Camilos y que ayuda a más de 400 mil personas necesitadas de forma gratuita, entre ellos, sobre todo a los enfermos y los ancianos de los que el Papa ha dicho ”son los predilectos de Jesús”.
No es la primera vez que el Papa hace una mención especial a los enfermos y los ancianos. De todos es sabido, que Francisco siente predilección por ellos y anima siempre a ser pacientes, a cuidarles con amor y a respetarles.
El Papa ha querido también hablar de un tema de vital importancia: el matrimonio, que define como ”la cosa más bella que Dios ha creado” y anima a todos los casados a luchar por su amor, a quererse y a que no acaben los días enfadados, ya que según Francisco ”hay una guerra mundial para destruir el matrimonio” por lo que ”se debe hacer de todo para salvar un matrimonio”.
Francisco también ha aprovechado este viaje para pedir por la paz y exigir el fin de la violencia en cualquier nación del mundo.
