Las viñetas más exactas

Entre nosotros, al cómic le ha costado un mundo hacerse respetar y ser tratado como su apelativo de noveno arte hace merecer. Pero poco a poco se le ha ido reconociendo su capacidad de representar y explorar cualquier aspecto de la vida con la misma profundidad que cualquier otra disciplina creativa.

Así, ha acabando entrando en las universidades, en los museos y en las salas de exposiciones. Y desde mediados de julio, en el marco de las actividades de Barcelona Ciencia 2007, es objeto de una muestra que describe las relaciones entre ésta y aquél.
La Biblioteca Sagrada Familia, precisamente especializada en ciencia, acoge una selección de viñetas de célebres científicos de historieta que ya forman parte de la cultura popular: del despistado y visionario profesor Tornasol de Hergé al chapucero profesor Bacterio que usa a Mortadelo y Filemón de conejillos de indias.

Pero pese al carácter divulgativo y desenfadado que caracteriza a buena parte del programa, esta muestra no elude el rigor ni deja de trazar las similitudes que existen con la realidad o las inspiraciones que los dibujantes utilizaron para su trabajo. Por ejemplo, la correspondencia que existe entre el excéntrico inventor de las aventuras de Tintín y el físico suizo Auguste Piccard, ambos creadores de ingenios submarinos, o la documentación que los autores de los álbumes de Astérix y Obélix utilizaron para dar verosimilitud a Panorámix, el druida que confecciona la poción mágica que hace invencibles a sus héroes.

En otros casos, es la misma ciencia la que rinde homenaje al arte secuencial: el champiñón franquinio recibió su nombre como guiño al célebre historietista belga André Franquin, que hizo a unos extraños hongos protagonistas de una de sus más conocidas narraciones.

Clásicos de nuestra historia gráfica, como el doctor Franz de Copenhague de Los grandes inventos del TBO, las fantasiosas pero no siempre totalmente infundadas hipótesis que dan origen a muchos superhéroes del cómic americano e incluso caracteres tan avanzados en el tiempo como la ingeniero Beatriz Fontana de la serie de Diego Valor tendrán su espacio hasta el próximo 14 de octubre en una exposición que enseña como el estereotipo del sabio genial y despistado o de doctor enloquecido se ha alternado con otros casos de genuino respeto y admiración por el mundo de la ciencias exactas. Y siempre con la gracia pictórica y la brillantez en la ejecución de verdaderos maestros.

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