La madurez de Indiana Jones

Cuarenta películas en cuarenta años de carrera cinematográfica. Harrison Ford puede presumir de tener una de las carreras más inesperadas e ininterrumpidas del panorama actual en el Séptimo Arte; ha sabido reinventarse y hacer de su madurez una baza a su favor para interpretar nuevos papeles, algo complicado entre las estrellas de Hollywood.

Desde niño su pasión fue la interpretación y aunque con tan sólo 22 años consiguió un contrato con la Columbia para trabajar en Hollywood, pronto se desanimó al ver que se le relegaba a pequeñas e insignificantes interpretaciones en telefilms. Los siguientes nueve años de su vida los dedica a la carpintería.

Pero la ‘espina clavada’ que tiene con el Cine no le permite alejarse mucho y regresa a Los Ángeles como carpintero de escenarios en los estudios de Hollywood. Mientras preparaba los espacios en los que se rodaría American Graffiti, Ford decidió presentarse a los castings y logró su primer papel para la Gran Pantalla: Bob Falfa.

A partir de este momento –año 1973- la carpintería pasaría a la historia, sobre todo tras el rotundo éxito, cuatro años después, de La Guerra de las Galaxias de George Lucas y su interpretación de Han Solo. Repetiría en El Imperio Contraataca y El Retorno del Jedi. Le llueven las ofertas para trabajar.

Steven Spielberg le proporcionaría el segundo gran papel de su carrera en 1981, el del mítico Indiana Jones, en En busca del arca perdida y el resto de films que completan la saga. El próximo año se estrenará la última de ellas, en las que se verá la madurez del aventurero, un reto para el actor sobre todo si no quiere romper el mito de Jones.

Posteriormente, vendrían éxitos como Único testigo (1985), por la que fue nominado al Oscar y al Globo de Oro; El fugitivo (1993), también estuvo nominado al Globo de Oro al mejor actor por su interpretación de Richard Kimble; La sombra del diablo (1997) o Lo que la verdad esconde (2000).

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