Nos suelen sorprender en cualquier espacio verde por el que paseemos con un molesto escozor, el que producen esos finos pelos urticantes que recubren las hojas y el tallo de la ortiga. Por esto, no suele estar entre las plantas favoritas de la mayoría de personas; pero quizá cambiemos de idea si conocemos sus cualidades curativas, alimenticias y cosméticas.

Propiedades medicinales. La ortiga es una poderosa planta medicinal que ha sido utilizada para tales fines desde la Antigüedad, como tratamiento de cura pero también para los periodos de recuperación y prevención por su ser rica en minerales y vitaminas.

En los casos de obesidad por retención de líquidos, edemas o trastornos urinarios, la ortiga actúa como un fuerte diurético y ayuda a depurar la sangre y el organismo cuando lo sometemos a cambios bruscos en la alimentación. También, es astringente y antidiarreica, por lo que ayuda a combatir problemas gástricos.

Los enfermos de diabetes pueden encontrar, siempre bajo prescripción médica, una aliada en esta planta ya que facilita la reducción de los niveles de azúcar en sangre. Cuando sangramos por la nariz, boca y cortes o heridas superficiales, la ortiga actúa cortando las hemorragias. Lo mismo ocurre con los dolores reumáticos, uso más extendido que se le ha dado a esta planta.

En tratamientos de belleza. La ortiga, en sus diferentes especies, la encontramos en los herbolarios en forma de tintura, comprimido y extracto líquido. Si la aplicamos de ésta última manera sobre nuestra cabeza en la ducha estaremos revitalizando y fortaleciendo nuestro cabello al mismo tiempo que prevenimos su caída. De hecho, la ortiga se ha convertido en ingrediente de distintos champús.

Del campo a la mesa. Pero también nos podemos beneficiar de sus propiedades a través de la comida, incluyéndola en nuestros platos de sopa, revueltos, en puré… La única precaución que debemos tomar es hervirla previamente y limpiarla a conciencia para que no nos sorprenda comiendo alguno de sus pelos urticantes.