Hasta siempre, Arturo Fernández

El galán del cine por excelencia, Arturo Fernández, ha fallecido esta madrugada a los 90 años de edad. El actor asturiano estaba ingresado en un hospital de Madrid por problemas de salud, ya que en los últimos meses padecía una dolencia del estómago. Su mujer, Carmen Quesada, ha confirmado la triste noticia a la emisora Cope en el programa ‘Herrera en Cope’ después de que se agravasen los problemas de salud que venía padeciendo.

Arturo Fernández fue un apasionado de la cultura y se entregó a su trabajo, la televisión, el cine y el teatro, durante más de 70 años. Aunque sin duda, sentía una especial predilección por las tablas; y es que el teatro era su mayor pasión.

Arturo Fernández ha sido, sin lugar a dudas, un referente de nuestra escena. Un hombre que amó su profesión por encima de todas las cosas, y a la que se entregó en cuerpo y alma, casi hasta el fin de sus días; la prueba es que estuvo representando “Alta Seducción”, junto a Carmen del Valle en el Teatro Amaya de Madrid, hasta hace escasamente tres meses.

El actor, dueño de una compañía teatral, siempre se jactó durante su vida de no haber pedido subvenciones en los más de 50 años de andadura profesional, porque consideraba que las ayudas provocan que los receptores “se echen a la bartola”. Arturo era único en su especie: ha sido de los pocos actores que tenían su propia compañía y que eran capaz de llenar escenarios sin subvenciones ni ayudas de lo público.

“Me puedo jactar de que jamás he pedido una subvención a ningún Gobierno porque pienso que la creatividad no necesita dinero”

Arturo siempre aseguró que es más difícil interpretar comedia que drama; en una entrevista concedida hace un tiempo, reveló que su madre le pedía que se riera al menos dos horas al día. Arturo Fernández dedicó 68 de los 90 años que cumplió en febrero a ser en la escena y en la vida “un galán”; ese porte imponente que le caracterizaba, y que según él, había heredado de su madre. Pero él se sentía más orgulloso de otra cosa: “Lo que luce es llevar el alma limpia, sin ningún reproche contigo mismo, sin haber hecho daño a nadie. He sido un hombre terriblemente feliz porque la vida me ha tratado muy bien y yo he tratado de corresponder y creo que, conscientemente, nunca he hecho daño a nadie”, afirmaba.

La lista de sus galardones es interminable: hijo predilecto de su Gijón natal e hijo adoptivo de Oviedo, consiguió, entre otros, el Premio del Sindicato del Espectáculo al mejor actor en 1961 y 1968, la Medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos al mejor actor por “Truhanes” en 1983 y la Medalla de Honor en 2015, la Medalla del Ministerio de Cultura al Mérito en Bellas Artes en 2004, etc…

“Las ganas y las fuerzas las saco del amor a mi profesión, del respeto que tengo a todas las personas y a mí mismo. El día que me retire dejaré de ser joven y eso me fastidia, me molesta mucho”

El mundo del espectáculo dice hoy adiós a una de sus más grandes figuras. ¡Hasta siempre, chatín!

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