Familiares con Alzheimer: un gran reto en casa para el que cuesta estar preparados

El Alzheimer es una de las enfermedades más duras de sobrellevar para todo el entorno que acompaña al enfermo, tanto porque este se convierte gradualmente en más y más dependiente, como por el tipo de deterioro cognitivo que representa.

La pérdida de memoria y los trastornos conductuales que conlleva hacen que el cuidador esté sometido a una situación angustiosa. No solo ya porque, hasta el momento, no exista forma de revertir o atenuar fuertemente el progreso de la enfermedad, sino porque la atrofia de funciones neuronales trae aparejados síntomas como la irritabilidad, los cambios de humor, el aislamiento o la confusión mental que hace que las personas que lo padecen puedan ser difíciles de tratar.

Así, se requiere paciencia y presencia de ánimo ante el panorama de declive a veces muy dilatado que se nos presenta (unos diez años por término medio). Pero también es importante contar con consejo especializado y recursos adecuados para afrontar la situación, sin descartar nunca las soluciones de atención profesional.

Entre las actitudes que son de utilidad, las que ayudan a organizar la vida cotidiana del enfermo son las que tienen un impacto más positivo:

  • No dificultar más aún unas tareas que se le van haciendo más complicadas, como lavarse, arreglarse o vestirse: los especialistas señalan que poner su ropa o elementos de aseo en orden ayudan a que no se confundan y hacen más dinámicos y menos frustrantes estos procesos.
  • Adaptar nuestro discurso y forma de hablar: una expresión directa y sencilla permite comunicarse más eficazmente. Además, hacerlo en tono tranquilo ayuda a no alterarles. También es bueno animarles a que ellos hablen, si bien no debemos presionarles o interrumpirles para que no se desesperen si les cuesta hacerlo.
  • Facilitar su orientación espacial y temporal: calendarios, relojes y elementos que ayuden de forma fácil a ubicarse contribuyen a que se sientan más seguros y tranquilos.
  • Aceptar sus limitaciones: obligarles a hacer cosas que antes hacían y han perdido la habilidad de hacer sólo conseguirá momentos tensos y frustraciones. Eso sí, hay que prestarles ayuda cuando sean ellos quienes tomen la iniciativa de hacerlas. Conviene tener presente que la mayoría de enfermos no son conscientes a veces de que su forma de actuar es extraña para nosotros, por lo que mostrarles nuestra comprensión y apoyo les ayuda a sentirse más protegidos.

Por otro lado, las revisiones de salud son una necesidad que no disminuye por el hecho de que el principal problema sea neuronal, por lo que conviene no descuidar las visitas al médico, que podrá también asesorarnos en otros aspectos. Y es que, en muchos casos el cuidado de un enfermo de este tipo puede perjudicar nuestra propia salud, con lo que se resentirá todo el ambiente familiar y acabará perjudicando al propio paciente. Tratar de reservarse tiempo para distraerse y realizarse, no abandonarse y buscar apoyos es fundamental siempre que sea posible.

Foto: Google Imágenes

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