Ese videoclip que no encontramos en ningún otro lado, esa entrevista que nos perdimos y no sabíamos como recuperar, el fragmento que hizo desternillarnos y queremos que vean nuestros amigos o la grabación que hicimos y nos apetece distribuir para que la conozca todo el mundo. Desde hace algún tiempo, todas esas búsquedas y publicaciones tienen una web de referencia que no puede ser ignorada: YouTube.
La clave del éxito ha radicado en una fórmula que combina la sencillez del método para almacenar los materiales audiovisuales y la entusiasta recepción de miles de usuarios que han contribuido a expandir los fondos de la página. Hoy por hoy, basta con escoger atinadamente las palabras precisas en la casilla del buscador para dar con lo que queremos.
Algunos de los reproches que se le han hecho a YouTube tienen que ver con la calidad. Pero si bien es cierto que la compresión de buena parte de esos documentos no permite alardes, la posibilidad de acceder a ellos con tanta inmediatez y sin coste alguno compensa a buena parte de los usuarios. La industria audiovisual también ha reparado en la difusión de muchos materiales sometidos a derechos, pero los gestores de YouTube aducen que la normativa de YouTube lo desautoriza; mientras la mayoría de navegantes se benefician de esa ambigüedad.
La rapidez con la que YouTube se ha implantado habla elocuentemente de la velocidad de propagación que pueden algunas buenas ideas en la red. Estrenada en febrero de 2005, la página de vídeos no es sólo una de las más citadas y visitadas, sino que Google pagó por adquirirla 1650 millones de dólares el pasado mes de octubre.
Seguro que muchos ya estáis familiarizados con YouTube. Los que aún no lo conozcáis os estáis perdiendo una de las cosas grandes que le han pasado a Internet en los últimos tiempos.
