¿Crees que ver el vaso medio lleno o medio vacío es cuestión de carácter? ¿Se elije voluntariamente ser positivo o negativo? ¿Cada persona puede nacer pesimista u optimista? Sea como sea, parece que se ha encontrado de qué manera se producen en nuestro cerebro los mecanismos que nos llevan a ser optimistas.
Hasta hace relativamente poco tiempo, algunas investigaciones señalaban la región cerebral donde se producían las experiencias del dolor y el pesimismo, que, ahora, parece ser donde se encuentran las del optimismo. A pesar de lo llamativo de estos estudios, el fin que persiguen es conocer los mecanismos básicos que llevan a padecer depresión. No es de extrañar, por tanto, la relación entre ambos descubrimientos.
El equipo de investigadores de la Universidad de Nueva York que ha descubierto el mecanismo neuronal que regula el optimismo, según informaba la revista científica Nature, realizaron¬ una resonancia magnética funcional del cerebro para examinar cómo genera nuestra cabeza la predisposición a esperar que sucedan acontecimientos positivos sin necesidad de que haya evidencias.
De esta manera, estos científicos vieron que cuando imaginamos los éxitos que, por ejemplo, podemos alcanzar en nuestra carrera profesional, aumenta la actividad en la amígdala y la corteza cingulada anterior del cerebro. La frecuencia con que ser produzcan estas reacciones físicas, mecanismos de un estado de ánimo, está en nuestra mano: ¡seamos positivos!