De compras entre trenes

Bueno, bonito y barato (en la mayoría de los casos). Pasarse por el Mercado de Motores el segundo fin de semana de cada mes se ha convertido ya en toda una tradición, para muchos; pese a que este encantador mercadillo apenas cuenta con un año de andadura. Su inauguración, el pasado mes de septiembre, tuvo lugar en La Nave de Motores, una suerte de máquina del tiempo, a través de la cual los visitantes podían descubrir la historia de Metro, desde las primeras décadas del siglo XX. A día de hoy este espacio se ha quedado pequeño y, tras el paso del verano, ha abierto sus puertas en el Museo del Ferrocarril.

Este nuevo enclave en nada desmerece al anterior; es un auténtico lujo pasear entre viejas locomotoras de vapor, parte de la historia de España, mientras se disfruta de buena música en directo. Alrededor de los trenes los puestos donde comprar muestran una maravilla tras otra; ropa de jóvenes diseñadores, muebles a medida, tocados vintage, juguetes infantiles que se salen de lo convencional o piezas de decoración que, sin duda, convierten la casa en un hogar con encanto. Lo más sorprendente de todo es que, en general, los precios no son desorbitados; máxime cuando gran parte de lo que se oferta son piezas artesanales.

En la zona de fuera se ha instalado una terraza al aire libre, donde un Djs ameniza la comida que puede adquirirse en varios puestos; hamburguesas gourmet, paella recién hecha o sushi son algunas de las delicatessen que se pueden degustar acompañadas de una cerveza bien fría. Los niños también tienen su espacio, además de apuntarse a distintos a los distintos talleres que organizan en los puestos del mercadillo, pueden subirse en réplicas de trenes en miniatura y dar un pequeño paseo, solos o en compañía de sus padres.

También en el exterior se puede pasear entre los puestos de cosas de segunda mano. Máquinas de escribir antiguas, bolsos vintage, ropa de ocasión, discos o bicicletas; es sorprendente la cantidad de objetos exóticos que campan a sus anchas y que pueden adquirirse a partir de un euro.

Un plan diferente y divertido que, independientemente de si se consume o no, vale la pena hacer; pasear y subir en las locomotoras y ver las maravillas que se venden en los puestos es, además, completamente gratuito.

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