¡Cuidado con Lorenzo!

El sol ya está en todo lo alto, con más intensidad y horas que en el resto del año y los más tempraneros llenan playas, parques y cualquier otro lugar en el que disfrutar de él. Sentimos cómo su energía nos recarga de buen humor, nos ayuda a reforzar nuestros huesos con el aumento de la producción de vitamina D y lustra nuestra piel, haciendo que luzca como nunca. Pero entre tanto entusiasmo no pocas veces olvidamos protegernos, como demuestran los 10 millones de consultas relacionadas con la piel que se hacen al año en las oficinas de farmacia, la mayoría de ellas cuando ya ha aparecido algún problema cutáneo. Y es que el sol, como cualquier elemento terapéutico, también tiene sus contraindicaciones. Así, como recuerda Rafael García Gutiérrez, director general de la Asociación para el Autocuidado de la Salud (anefp), “Una exposición prolongada y sin la debida protección puede generarnos más problemas de salud que beneficios”. Una exposición no sólo puede fomentar la aparición de patologías como alergias, irritaciones o quemaduras más o menos leves, sino otras más graves como el cáncer de piel, además de provocar un envejecimiento prematuro de la piel.

A la hora de protegernos del sol, no debe olvidarse que estamos expuestos a dos tipos de rayos: los ultravioleta (responsables de las alteraciones visibles de la piel) y los infrarrojos (productores de calor). Ante los primeros, el propio cuerpo humano desarrolla una defensa, la melanina, un  pigmento protector que sólo las personas de tez muy oscura tienen en cantidad suficiente para exponerse al sol sin correr riesgos, mientras que las personas de pieles más blancas, y por tanto más sensibles, deben utilizar los protectores artificiales para evitar los efectos más perjudiciales de los rayos. Pero no nos ha de valer cualquier protector solar. Deberemos escoger el más adecuado según el tipo de piel que tengamos, teniendo en cuenta el nivel de la escala defototipos al que pertenecemos, que clasifica el tipo de piel según sus características y su facilidad para sufrir quemaduras.

Además de estas características, a la hora de escoger un protector solar se deberán tener en cuenta otras variables como el lugar donde va a tomar el sol, necesidades especiales de la piel a lo largo de la vida, (niños, adolescentes con acné, alergias solares, fototoxicidad, etc) o el consumo de medicamentos que pueden producir fotosensibilidad o manchas en la piel tras la exposición al sol.

Desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos se está incidiendo en los importantes avances que en los últimos meses se están experimentando sobre el conocimiento biológico de los efectos de la radiación solar en la piel, de forma que ahora se sabe que no sólo las radiaciones UV-A y UV-B son perjudiciales para la piel. También las radiaciones IR-A (infrarrojo-A) tienen un papel importante en los efectos nocivos sobre la piel, principalmente porque penetran hasta la hipodermis.

Comentarios

Deja un comentario