Centenarios y llenos de vida

Los avances en salud y las mejoras en calidad de vida tienen como consecuencia un aumento del tiempo que vivimos. La esperanza de vida de las mujeres españolas alcanza los 83,76 años, mientras que la de los varones se sitúa en 77,33 años, según las últimas Estimaciones de la Población Actual del Instituto Nacional de Estadística (INE); además, cada vez resulta más común encontrarse con nonagenarios e, incluso, centenarios.

Esta semana os comentamos los sorprendentes casos de varias personas que han celebrado un siglo de vida en plenitud, en condiciones físicas óptimas y muchas ganas por vivir. Algo, que podría ser una realidad muy extendida en unos años.

El pasado mes de diciembre de 2007 fallecía a los 116 años Hryhoriy Nestor, hasta ese momento, el hombre más viejo del planeta. A pesar de su longevidad, Nestor lucía muy buen aspecto algo que, ironizaba, se debía a que no se había casado nunca. Bromas aparte, este ucraniano, que nació el 13 de marzo de 1891, reconocía haber llevado una alimentación sana a lo largo de su dilatada vida y haber estado siempre activo. De hecho, no abandonó las labores del campo hasta cumplidos los cien años.

Sin embargo, Nestor no logró ser reconocido en el libro Guiness porque no existían datos que certificasen la fecha de su nacimiento. Quien sí aparecía en su lugar era Edna Parker, una estadounidense de 114 años que, aunque continúa con su apacible vida parece que ha sido desbancada como la persona más vieja del mundo por una pastora de renos siberiana de 117 años, Varvara Seménnikova.

Nacida en mayo de 1890 en tiempos del zar Alejandro III, Seménnikova se encuentra en buen estado de salud y presume de tener una memoria prodigiosa, y aunque ya no se dedica a cuidar de los renos, trabajar toda su vida en contacto con la naturaleza puede ser una de las causas de su larga existencia.

El caso de Ida Wasserman es uno de los más asombrosos. Hace unos días, esta estadounidense cumplía cien años celebrándolo con su visita diaria al gimnasio. Para ella, según ha reconocido, es un placer, no una obligación: ”recomiendo mantenerse siempre activo, porque cuando uno deja de estarlo, deja de ser –en parte- persona”. Todos unos ejemplos a seguir.

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