Cena fría, estómago incómodo

Bien por una cuestión de pereza o de comodidad, o bien llevados por la idea de reducir calorías, la cuestión es que cada vez es más habitual el cenar a base de platos y alimentos ligeros y fríos, como los ‘tradicionales’ menús a base de ensalada, fruta y un yogur, por ejemplo, o un simple sándwich o bocadillo, un bol de cereales con yogur… En fin, cenas que aunque nos aporten los nutrientes necesarios y efectivamente la ingesta calórica sea moderada, nos pueden causar un grave perjuicio en nuestra función digestiva, especialmente si se padece debilidad en los órganos que toman parte en ella como el estómago, el intestino y el hígado. El resultado puede ir desde una sensación de tripa hinchada, digestiones lentas y pesadas, estreñimiento y dolor de estómago, hasta enfriamientos e infecciones frecuentes en distintas partes del cuerpo, como la garganta, o que afectan a la orina.

El problema de estas cenas no reside en su parquedad, sino en el hecho de su condición de ‘frías’. El enfriamiento de los órganos que intervienen en la digestión hace que su funcionamiento sea lento, que se carezca de fuerza digestiva con el consiguiente malestar descrito anteriormente.

La solución radica en tres puntos: optar por cocinar con técnicas más convenientes, seleccionar ‘alimentos calentadores’ y la aplicar calor local.

Por lo que se refiere al modo de cocinado, lo mejor es optar por cocciones largas, al vapor o a presión. Una posibilidad son las cremas y purés de verduras, sopas naturales, verduras cocidas o estofadas, además de carnes y pescados guisados con verduras y sin exceso de grasas, siendo platos igual de livianos y equilibrados. En cuanto al tipo de alimentos más adecuados, nos decantaremos por granos integrales, legumbres, frutos secos, verduras aderezadas con hierbas y condimentos como el tamari (salsa de soja) y el miso, la canela, el clavo, el jengibre y la nuez moscada. A este respecto, la experta en alimentación energética, Montse Bradford habla en su libro ‘Alquimia en la cocina’, de la existencia de alimentos enfrían el cuerpo como al alcohol, las frutas tropicales, especias como la pimienta, el curry y la mostaza, la leche y sus derivados y alimentos congelados o que se comen fríos. En relación a la cuestión de aplicar calor en la zona, basta con cubrir el estómago con una manta o una bolsa de agua caliente después de las comidas.

En cualquier caso, cada individuo ha de valorar si, tras seguir estas pautas durante una temporada, su malestar se atenúa o deja de sentirlo.

Comentarios

Deja un comentario