Celuloide y mente

Con premisas muy distintas, se estrenan esta semana dos películas que tratan sobre la psiquiatría, la salud mental y los enigmas de la mente. Ambas son piezas de gran calado, dirigidas por directores de categoría y que pueden satisfacer a públicos muy distintos. Es casi lo único que tienen en común: mientras que una es una obra cerebral y reflexiva, la otra es una sátira negra y de suspense.

La primera viene precedida de mucha expectación, buenas críticas en el Festival de Venecia y la curiosidad por saber qué habrá hecho el siempre tortuoso David Cronenberg con los dos personajes que precisamente empezaron la exploración de las zonas más sombrías de la psique humana. “Un método peligroso”, el retrato biográfico de la relación de amistad y posterior desencuentro que unió y desunió a Carl Gustav Jung y Sigmund Freud en los primeros años del siglo XX, tiene el atractivo añadido de contar con el duelo interpretativo de Michael Fassbender y Viggo Mortensen. Los dos psiquiatras más famosos de la historia, encarnados por estos dos intérpretes tan apreciados, especialmente por el sector femenino del público, fueron responsables según palabras del propio director de sacar a ala luz muchas ideas que hoy nos parecen cotidianas, de las que hablamos sin mayores problemas y que encontramos en los sitios más insospechados, como los sueños, la sexualidad o la salud mental. El arte, el cine, la literatura, la publicidad, el diseño y hasta muchas situaciones de la vida cotidiana no hubieran sido lo mismo sin su reinvención de la mente y su impulso decidido para derribar muchos tabúes en la puritana Europa anterior a la I Guerra Mundial. Eso por no hablar del dichoso psicoanálisis, que en los años 60 y 70 parecía disciplina obligada para todo el que no quisiera parecer fuera de onda. Esta producción internacional y en la que no se ha escatimado en presupuesto, es por tanto cita obligada para todos los que tengan curiosidad en explorar un poco más la vida privada de estas dos figuras tan influyentes en el devenir del pensamiento.

La segunda producción es de más pequeño formato, narra una historia más anónima y no cuenta con grandes celebridades en su elenco. Pero “El gato desaparece” es más deliciosa todavía. Un relato de suspense, que mantiene en tensión durante todo el metraje y que, no obstante, esta preñada de humor y malicia. Trata de un profesor universitario que tras padecer una crisis nerviosa y agredir a su ayudante de cátedra por sospechar que le plagiaba, sale del internamiento psiquiátrico con el alta facultativa. Sin embargo, su mujer no consigue sentirse tranquila y teme que, pese a su aparente vuelta a la normalidad, él sufra todavía un desequilibrio invisible. Además, el retorno del marido a casa coincide con la desaparición del gato, un suceso que acrecienta el aire de misterio de la cinta. Inteligente ejercicio de estilo del siempre recomendable Carlos Sorín, supone también su primera y gozosa incursión en el género, que sin embargo parece dominar como un consumado maestro. Y el cine argentino demuestra así que mantiene su buen nivel con un puñado de cintas dignas de encomio que llegan a las salas todos los años.

Pero cualquiera de las dos pueden ser un buen plan para pasar un buen rato en las tardes de este fin de semana.

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