Se trata de la iniciativa de unas jóvenes estudiantes uruguayas cuyo fin es promover la lectura en personas no videntes, con baja visión o con problemas de soledad.
Para ello, acuden junto a otros integrantes de ”Casa ajena” a los hogares que así lo deseen y leen un libro a aquellas personas que soliciten este servicio. Las sesiones suelen ser de una hora y el receptor elige entre más de 400 libros el que más le guste para pasar un rato agradable.
Ficción, cuentos, literatura y hasta temas más especializados como la medicina o el yoga, todos los libros son bien recibidos y estas lecturas aportan tanto al que las lee como al que escucha.
Este servicio de lectura a domicilio tiene un coste de unos cien pesos la hora, unos 3 euros aproximadamente y según la distancia, a veces se cobran también los billetes para el transporte público. No es un precio para nada desorbitado si tenemos en cuenta el buen rato que se pasa y la compañía que recibimos los mayores.
Por cierto, que Uruguay no es el único lugar en el que se lleva a cabo esta práctica. Otros países como España o Argentina cuentan con métodos parecidos. En Barcelona existen bibliotecas que además de enviar el materia a casa, disponen de personas que se encargan de leerlo. En Buenos Aires, la Biblioteca Argentina para Ciegos cuenta con una red de voluntarios que realizan actividades muy parecidas, incluso graban los contendidos de libros y apuntes para los propios alumnos.
Todos sabemos de los beneficios de la lectura y practicarla es una manera de ejercitar nuestro cerebro, pero hay veces que no podemos hacerlo por nosotros mismos, por eso es una excelente idea que existan iniciativas de este tipo, en las que una hora escuchando los capítulos de un libro, además de entretenernos, nos estimula y ayuda a desarrollar nuestra imaginación y nuestros sentidos. Ojalá muchas ciudades se sumen a este proyecto y los abuelos podamos seguir disfrutando de los libros por mucho tiempo.
