Basquiat o el graffiti como arte

Como pasa con los grandes mitos de la Historia, Michel Basquiat falleció muy joven, con 28 años, pero su obra, representación de la subcultura de los barrios de Nueva York sigue muy viva. Nacido en Brookling, en 1977 entró en contacto con el mundo del graffiti y rápidamente plasmó su creatividad en los vagones del metro neoyorkino por las zonas del Soho. La calle comenzó a ser su hogar y fuente de inspiración.

SAMO –same old shit, en castellano, la misma vieja mierda-, pseudónimo de Basquiat con el que firmaba sus obras cargadas de sentido filosófico y satírico, dejaría los murales callejeros cuando una revista le dedicó a ellos uno de sus artículos. En 1979 dibujaría en Soho: SAMO is Dead. Un año después la pintura sería su único soporte para sus mensajes, aunque muy influenciada y marcada por su pasado grafitero. Ahora, desde el próximo 11 de julio, se pueden ver cuarenta de sus obras –procedentes de Barcelona, Alemania, Bélgica, Francia, Austria, EEUU y Suiza- en una muestra que acoge la sala de exposiciones de la Fundación Marcelino Botín.

Esta exposición, resultado de la colaboración entre la Fundación y Fondazione Memmo de Roma, es una retrospectiva en la obra del artista que colaboró, entre otros, con Andy Warhol y Francesco Clemente. La temática de las obras recogidas en esta muestra es la visión del cuerpo humano de Basquiat: fragmentado.

Para completar la exposición, se han programado visitas comentadas: el lunes 14 de julio, a cargo de Carolina W. Franco, profesora de Psicología de la Universidad de Nueva York; y los jueves 14 y 21 de agosto, a cargo de Marta Mantecón, historiadora del Arte. En todos los casos a las ocho de la tarde, en la sala de exposiciones, con entrada libre.

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