Aromaterapia, más allá de los olores

Desde la antigüedad, los aromas de las frutas, flores o hierbas se han utilizado con fines medicinales, terapéuticos o, simplemente, embellecedores de nuestro entorno y físico. A partir del estudio científico del poder de las fragancias nace la aromaterapia, una rama de la medicina alternativa, que promueve el uso de aceites esenciales de ciertas plantas como método terapéutico en procesos físicos y anímicos. Introducir la aromaterapia en nuestra vida diaria es muy sencillo, sólo hay que conocer qué nos puede aportar cada fragancia y en función de esto y de lo que queramos obtener, elegir una esencia u otra.

Los aceites esenciales que se estimulan nuestros sentidos son los procedentes del alcanfor, el de anís, comino, coriandro, enebro, estragón, limón y romero. Para dar calor, podemos utilizar la esencia de amaro, benjuí, cajeput, clavo, estragón, jengibre, mejorana, nuez moscada u orégano. Sin embargo, si lo que queremos es relajarnos, deberemos hacernos con aceites de esencia de ciprés, enebro, jazmín, lavanda, manzanilla, naranjo, pimienta negra, rosa y sándalo. Asimismo, los aromas pueden actuar como productos medicinales, esto es, como antisépticos –el árbol de té, la canela, el clavo, orégano o tomillo; como sedantes –el cedro y el orégano-, o para descongestionar – eucalipto, hisopo y savia-.

También podemos incluirlos en nuestros tratamientos de belleza. La esencia del bergamoto, el ciprés, enebro, lavanda, limón, melisa, menta, pino o romero, actúan sobre piel como un gel tonificante y refrescante. Sin embargo, si lo que queremos lograr es un efecto rejuvenecedor el aceite de esencia de olívano es el más efectivo.

Si bien estas son las son las esencias más utilizadas en la aromaterapia, todo es experimentar y descubrir nuevos efectos beneficiosos para nuestra salud física y mental.

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