Alimentación sana, más salud

Prácticamente cada día se dan a conocer estudios en los que se ponen de relieve las propiedades ‘curativas’ y preventivas de una larga lista de alimentos. Incluso este año la UNESCO ha declarado a la dieta mediterránea “Patrimonio Inmaterial de la Humanidad”. Y es que cada vez parece hacerse más cierto aquello de que ‘uno es lo que come’. Una importancia, la de la nutrición, que es aún mayor entre las personas de edad avanzada, ya que es una etapa en la que por diferentes motivos físicos (problemas en la dentadura, dificultad para cocinar, mayor dificultad en la absorción de los nutrientes…), como por una ‘perversión’ de los hábitos como las cenas frías, suelen tener mayores carencias nutricionales que afectan directamente a su bienestar, de ahí la importancia de seguir algunas recomendaciones básicas y sencillas.

ADIÓS A LAS CENAS FRÍAS

Bien por una cuestión de pereza o comodidad, o bien llevados por la idea de reducir calorías, cada vez es más habitual el cenar a base de platos y alimentos ligeros y fríos, como los ‘tradicionales’ menús a base de ensalada, fruta y un yogur, por ejemplo, o un simple sándwich o bocadillo, un bol de cereales con yogur… En fin, cenas que aunque nos aporten los nutrientes necesarios y efectivamente la ingesta calórica sea moderada, nos pueden causar un grave perjuicio en nuestra función digestiva, especialmente si se padece debilidad en los órganos que toman parte en ella como el estómago, el intestino y el hígado. El resultado puede ir desde una sensación de tripa hinchada, digestiones lentas y pesadas, estreñimiento y dolor de estómago, hasta enfriamientos e infecciones frecuentes en distintas partes del cuerpo, como la garganta, o que afectan a la orina.

El problema de estas cenas no reside en su parquedad, sino en el hecho de su condición de ‘frías’. El enfriamiento de los órganos que intervienen en la digestión hace que su funcionamiento sea lento, que se carezca de fuerza digestiva con el consiguiente malestar descrito anteriormente.

La solución radica en tres puntos: optar por cocinar con técnicas más convenientes, seleccionar ‘alimentos calentadores’ y la aplicar calor local.

Por lo que se refiere al modo de cocinado, lo mejor es optar por cocciones largas, al vapor o a presión. Una posibilidad son las cremas y purés de verduras, sopas naturales, verduras cocidas o estofadas, además de carnes y pescados guisados con verduras y sin exceso de grasas, siendo platos igual de livianos y equilibrados. En cuanto al tipo de alimentos más adecuados, nos decantaremos por granos integrales, legumbres, frutos secos, verduras aderezadas con hierbas y condimentos como el tamari (salsa de soja) y el miso, la canela, el clavo, el jengibre y la nuez moscada. A este respecto, la experta en alimentación energética, Montse Bradford habla en su libro ‘Alquimia en la cocina’, de la existencia de alimentos enfrían el cuerpo como al alcohol, las frutas tropicales, especias como la pimienta, el curry y la mostaza, la leche y sus derivados y alimentos congelados o que se comen fríos. En relación a la cuestión de aplicar calor en la zona, basta con cubrir el estómago con una manta o una bolsa de agua caliente después de las comidas.

MENOS GRASAS Y MÁS FRUTAS Y CEREALES ALARGAN LA ESPERANZA DE VIDA

Según un estudio realizado por investigadores de Universidad de Maryland (Estados Unidos), una dieta sana, a base de vegetales, fruta, cereales integrales, productos bajos en grasa, pollo y pescado, puede reducir el riesgo de mortalidad en personas mayores. Esta afirmación se basa en el análisis los patrones de alimentación de unos 2.500 adultos entre los 70 y los 79 años de edad durante un periodo de 10 años. El método que han empleado ha sido determinar el consumo frecuente que realizaban los participantes de 108 alimentos, para lo que crearon seis grupos, según los alimentos que más incluía cada uno en sus menús: el grupo de los consumidores de comida saludable (374), productos bajos en grasa (332), carne, fritos y alcohol (693), cereales de desayuno (386), cereales refinados (458) y postres (339). Los resultados obtenidos indican que el grupo que había consumido lácteos grasos presentaba un 40% más de riesgo de mortalidad que el que había consumido los menús saludables, mientras que el riesgo de mortalidad de quienes consumían dulces y postres era un 37% mayor.

PIRÁMIDE DEL BIENESTAR DIGESTIVO

Esta línea es la que también parece seguir la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), que ha elaborado la Pirámide del Bienestar Digestivo, con el objetivo de guiar a la población sobre pequeños cambios para mejorar la salud de su aparato digestivo, y contribuir así, a mejorar la salud en general. Así por ejemplo, la pirámide indica que las hortalizas frescas y las frutas con piel son altamente recomendables por su alto contenido en fibra, y deben consumirse diariamente al igual que los lácteos fermentados, como yogures y leches fermentadas con bifidobacterias, mientras que los cereales integrales y las legumbres han de comerse cada dos días. Además, tan importante como seleccionar bien los alimentos, es la forma de cocinarlos, siendo mejor optar por cocinar al vapor o en wok. También se recomienda hacer ejercicio físico, respetar los horarios de las comidas y adquirir el hábito de ir al baño cada día siempre a la misma hora, dedicando entre 10 o 15 minutos después de las comidas para ir al baño, en un ambiente relajado, con lo que se logrará minimizar los problemas de estreñimiento tan habituales entre los mayores.

NUTRICIÓN Y BELLEZA

Por si lo dicho hasta aquí no fuese suficiente para adoptar uno sanos hábitos alimenticios, hay que señalar que también una adecuada nutrición nos proporcionará un aspecto saludable, ya que expertos de la Universidad de Nottingham, en Reino Unido, han desarrollado una investigación según la cual para mejorar el color de la piel  es más efectivo comer mucha fruta y mucha verdura que tomar el sol. Y ello gracias unas sustancias denominadas carotenos, unos antioxidantes que ayudan a absorber los compuestos dañinos producidos por el estrés y las tensiones de la vida diaria, especialmente cuando el cuerpo están combatiendo una enfermedad. Los carotenos son responsables del color rojo de frutas y verduras y son importantes para el sistema inmune y el reproductivo en los seres humanos.

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