Los estornudos, el picor de garganta y nasal o el dolor de cabeza, son algunos de los síntomas a través de los cuales se manifiesta un resfriado, pero también la alergia crónica, una patología que se recrudece en primavera. El tratamiento de una y otra afección es diferente, de ahí la importancia de saber reconocer cuál de las dos estamos padeciendo.
Los constantes cambios de temperaturas que estamos sufriendo en esta época del año, pasando en cuestión de horas de días veraniegos a auténticas jornadas invernales, hace que se multipliquen los casos de resfriados. Sin embargo, también es en estos meses primaverales, en los que flores y árboles se encuentran en floración expulsando su polen, cuando la afección crónica más extendida, la alergia, se recrudece especialmente. Por tanto, es sobretodo en esta estación del año cuando hay que prestar más atención a los síntomas diferenciales entre una y otra afección.
Principalmente, los síntomas de la alergia se presentan de manera puntual y de repente en crisis a lo largo de varias semanas o meses, mientras que en el resfriado su duración es de varios días y van desapareciendo de manera progresiva.
Aproximadamente el 20% de la población española adulta sufre alguna alergia al polen, mientras que en los niños de 13 y 14 años este porcentaje se eleva hasta el 30% según datos de la compañía farmacéutica Schering-Plough. Un problema de salud muy extendido que con un tratamiento adecuado y la adquisición de una serie de hábitos saludables no tiene por qué mermar la calidad de vida.
