Al agua…. Para ejercitarnos

Tal vez son pocos, especialmente en nuestras generaciones de mayor edad, los capaces de moverse como peces en el agua, y no digamos ya si tratamos de hacer algo de ejercicio inmersos en el líquido elemento. Sin embargo, ya desde los tiempos de Hipócrates –año 460 a.C.- el agua era uno de los elemento escogidos para la práctica de caminatas (muy populares). Desde entonces se han desarrollado diferentes actividades deportivas acuáticas con fines beneficiosos, destacando especialmente el aquagym o gimnasia acuática al ritmo de la música; es decir,  el ‘fitness’ trasladado al agua.

Se viene demostrando que la gimnasia acuática resulta especialmente beneficiosa para los mayores y que permite acelerar el proceso de ponerse en forma, siendo más efectiva que el ejercicio ‘en tierra’. Especialmente recomendable para personas sedentarias, con sobre peso, en baja forma o con problemas de espalda. Mejora el sistema cardiovascular y de la circulación sanguínea, aumenta la resistencia física, se trabaja el tono muscular, la fuerza y la flexibilidad sin riesgo de lesionarse al no tener que soportar a penas el peso de nuestro cuerpo. Y además, se queman muchas calorías al haber una mayor resistencia, pero con menor esfuerzo. Al  mismo tiempo el agua nos proporciona un masaje constante, lo que ayuda a relajarse.

Bastan un bañador y un gorro para comenzar a practicar el aquagym, que cuenta con ejercicios de distinta intensidad, pudiendo ser: sin impacto, en los que el cuerpo se encuentra en flotando, sin tocar de pies en el suelo. Debajo impacto, con deslizamientos suaves en el suelo y manteniendo como mínimo un pie en el suelo; Y de alto impacto, con saltos y pérdida de contacto con el suelo y proyección del cuerpo hacia arriba. Así, se van trabajando los diferentes grupos musculares, ejercitando la parte superior, media (oblicuos y abdominales) e inferior del cuerpo, variando las diferentes partes durante toda la sesión con movimientos repetidos entre 15 y 60 veces. Para poder trabajar con comodidad en estos ejercicios se suelen realizar en la parte menos profunda de las piscinas (entre 1,20 y 1,50 metrosaunque también puede ejecutarse en otro tipo de piscinas) y con el agua a una temperatura de entre 28º C y los 31º C.

Al principio la presión hidrostática puede hacer que la respiración sea incómoda, pero pronto mejoran los músculos respiratorios y la capacidad de ventilación. Del mismo modo la presión facilita mantener una postura vertical y detectar antes las caídas al ser los movimientos más lentos.

En cuanto a la falta de gravidez (hipogravidez) que se produce en el agua, permite que los impactos del cuerpo en el suelo sean mínimos, por lo que apenas se produce tensión sobre las articulaciones, permitiendo con ello ejercicios más duraderos y frecuentes, lo que resulta especialmente interesante para los individuos con poca movilidad.

Comentarios

Deja un comentario