Adiós al tabaco, sin engordar

Al contrario de lo que comúnmente se piensa, la razón por la que muchos engordamos al dejar de fumar no se debe sólo a la ansiedad que nos produce, y que deriva en un aumento de apetito. Está demostrado que esos kilos de más suelen deberse a los efectos de la propia nicotina en nuestro metabolismo, desacelerando nuestras digestiones cuando se suprime y, por lo tanto, provocando que las calorías se quemen más despacio.

Por este motivo, te aconsejamos que al dejar de fumar tomes algunas precauciones no sólo para que sea definitivo sino también para que el aumento de peso no te haga arrepentirte de tú decisión.

En primer lugar, hay que tener claro que, si estamos engordando, volviendo a fumar no perderemos completamente el peso ganado y sí en salud. Los métodos para dejar de fumar son muchos y muy diferentes: la reducción progresiva de los cigarrillos, libros de autoayuda, abandono tajante, ayuda de profesionales,… pero todos deben tener dos cosas en común para resultar efectivos: la concienciación y fuerza de voluntad.

Hay que vencer la tentación de comer, sustituyendo esos momentos que tenemos asociados al tabaco por una actividad alternativa: tomar agua, leer, hacer ejercicios de relajación, masticar chicle o cualquier cosa que mitigue la ansiedad. Sin embargo, puede ser más efectivo concienciarnos de que sin tabaco también se disfruta de esos momentos, incluso más ya que nuestro cuerpo no tiene otra necesidad que la de vivirlo. No obstante, hay que tener presente que con las semanas la dependencia física a la nicotina irá debilitándose; y comprobar que logramos resistirnos nos hará sentirnos mejor.

Fundamental también es el ejercicio físico, que en este caso no sólo ayuda a mantener los kilos a raya, también reduce la tensión. Las comidas deben ser ligeras y repartidas a lo largo del día. ¿Por qué no lo dejas ya?

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