Vuelve Schiaparelli

En 1926, la italiana Elsa Schiaparelli (1890-1973) abría su boutique en París, la Maison Schiaparelli, cuyas puertas se vio obligada a cerrar en 1954 después de llegar a lo más alto en el mundo de la moda con colecciones creadas en colaboración con artistas como Salvador Dalí, plagadas de elementos surrealistas. Un trabajo por el que recibió excelentes críticas y que la llevó a aparecer en las más prestigiosas revistas de moda como Vogue, rivalizando con la mismísima Coco Chanel.

Ejemplo de sus diseños transgresores son el traje langosta, o el sombrero zapato que llevó Gala en alguna ocasión y desde luego el woman dinner’s jacket, un original traje chaqueta que hoy podríamos considerar una pieza a la última moda. También diseñó líneas de baño y deporte para la mujer (la falda pantalón), creó el efecto trampantojo, las prendas de punto, los plisados y el color rosa ‘shocking’.

Ahora, casi 60 años después, reinicia su actividad por todo lo alto siguiendo el legado de la diseñadora con una nueva línea que, aunque no se ha anunciado fecha de presentación, sí se espera que ésta sea en primavera y con la actriz francesa Farida Khelfa como principal representante.

Schiaparelli fue una modista única, una artista transgresora y ligada a movimientos culturales como el dadaísmo y el surrealismo que hizo de la moda puro arte. Una impronta cultural que muy probablemente se debiera no sólo a su procedencia de una familia adinerada, sino también a sus estudios de filosofía y a su parte de literata (llegó a publicar un libro de poemas tan sumamente provocadores para la época que hizo que sus padres la mandaran a un internado del que la debieron sacar tras declararse en huelga de hambre).

En su empeño por desarrollar su capacidad artística y plasmarla en sus creaciones de moda, se traslado a vivir a Nueva York y posteriormente a París, huyendo del lujo y la ostentación que la rodeaba y que consideraba una gran barrera para el desarrollo de su creatividad.

Al comienzo de la II Guerra Mundial Schiaparelli emigra a Nueva York y cuando regresa París años después, se da cuenta de que la moda había dado un cambio drástico con unas nuevas tendencias a las que a duras penas pudo adaptarse, por lo que finalmente se vio obligada a poner fin a su negocio, que ahora de nuevo ha despertado la expectación del mundo de la alta costura.

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